(Reproducción del artículo que envié a mis Contactos por email el sábado 10 de enero de 2009, con ocasión de la respuesta de Israel a Hamás de diciembre-2008 y enero-2009)
No responder a los frecuentes ataques, responder sólo desde su territorio o responder en batalla cuerpo a cuerpo. Ésas han sido las alternativas del gobierno israelí.
La primera opción, que ha sido la seguida por Israel en los últimos años, podría parecer, desde la perspectiva cristiana en sentido estricto, como moralmente correcta ("Si te dan en una mejilla, pon la otra"). Pero, desde un punto de vista jurídico, se podría calificar no sólo como contra derecho sino contra justicia, totalmente desproporcionada. (Nota: Distingo entre derecho y justicia porque no siempre el derecho es justo -en los tiempos que corren, más bien es al contrario, sobre todo si hablamos de resoluciones de la "democrática" ONU-).
La segunda, que habría consistido en situar la artillería frente a la frontera de Gaza y responder a cada misil de Hamás con un disparo de tanque o cañón de forma indiscriminada (tal como hace el grupo terrorista), habría sido justa, proporcionada, pero también contraria a derecho, pues entonces sí habría sido seguro que la mayoría de víctimas sería civil.
La tercera, la que realmente está llevando Israel a cabo sobre el terreno, traspasando la frontera con Gaza, buscando cada fuente de misiles palestinos (recordemos que Hamás es el gobierno legítimo de Gaza, incluso para la judeófoba mass-media europea) y luchando manzana a manzana, edificio a edificio y cuerpo a cuerpo, es no sólo la moralmente correcta, sino la única justa y conforme a derecho, minimizando el número de bajas civiles palestinas aun a costa de maximizar las propias, pues (hay que decirlo) la segunda respuesta, que no habría conllevado traspasar físicamente la frontera, tampoco habría acarreado las ya numerosas bajas de soldados israelíes. Y digo numerosas sin ánimo de menospreciar las bajas palestinas, sino precisamente según el patrón árabe. Ya lo vimos hace unos meses: valen lo mismo tres cadáveres de israelíes (asesinados por Hizbulá) que una gran pila de terroristas árabes vivos entregados por Israel.
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