domingo, 31 de enero de 2010

La velocidad y el tocino

Anoche (sábado 30 de enero), mientras cenábamos, estuvimos viendo un poco el programa de Tele 5 La Noria. Se debatía si instaurar o no la cadena perpetua en el ordenamiento jurídico español, en relación con asesinatos como el de Sandra Palo o Mari Luz Cortés, acaecidos en los últimos años. En un momento del debate, Enric Sopena, multimillonario propietario del diario Público, descaradamente afín al marxista régimen de Zapatero, comenzó a decir que en Estados Unidos hay estados que tienen establecida la pena de muerte, y que, a pesar de ello, sigue habiendo delitos de homicidio y asesinato. En primer lugar, el mencionado rico neomarxista confundió la velocidad con el tocino porque, debatiéndose sólo la cadena perpetua, metió el tema de la pena de muerte, sin venir a cuento (vamos). En segundo lugar, confundió la velocidad con el tocino (y se le vio el plumero -como ahora comentaré-) al entender que la sanción penal es finalista (para que no se delinca), no causalista (porque se ha delinquido). Cuando en Estados Unidos, y en cualquier otro país liberal (liberal de verdad, me refiero), se impone una sanción a una infracción penal, no es para evitar delitos futuros, ni para enviar un "mensajito" a la sociedad, sino que la pena cumple la función de castigo, que -como bien se sabe- en un país liberal (democrático) ha de ser justo, es decir, proporcional a la infracción cometida. Y decía que a Enric Sopena se le vio el plumero porque, para él (y para el resto de neomarxistas), la sanción penal cumple (sigue cumpliendo -como ha venido siendo en todos los regímenes totalitarios-) una función fundamentalmente amedrentadora contra la sociedad. En los regímenes neomarxistas, la pena es, casi exclusivamente, un "ten cuidado" dirigido a los súbditos. Basta con ver cómo se las gastan en estados como Cuba, Corea del Norte, Irán, Venezuela, China, etc., y cómo se las gastaba el imperio comunista ruso, tanto dentro de su territorio como en sus ocupados satélites (Polonia, Hungría, etc.) Supongo que el debate de La Noria, anoche, acabaría como el resto de veces que lo he visto: con el Sr. Enric Sopena llamando poco menos que facha a quien no piensa como él, lo cual dice mucho sobre su capacidad de argumentación y convicción, y sobre lo "público" que es su diario.

viernes, 22 de enero de 2010

El terrorismo de estado

En los últimos años ha sido frecuente escuchar la expresión "terrorismo de estado" asociada a Israel, con motivo de las operaciones de represalia o respuesta llevadas a cabo por ese país contra las multinacionales del terrorismo (Hamás, Al-Fatah, Hizbulah...).

Pues bien, teniendo en cuenta que "terrorismo de estado" es la violencia o coacción ejercida por un poder público sobre sus súbditos, resulta que comprobamos (empíricamente) que Israel no ejerce ningún tipo de "terrorismo de estado", porque, antes al contrario, los actos de violencia o coacción de Israel (siempre defensivos o preventivos, como cuando en 1981 destruyó la central nuclear de Osirak, en el Irak de Satán Husseín -¿no decían los antimundialistas antiliberales que Satán Husseín no tenía armamento nuclear ni armas de destrucción masiva?-) son operaciones encaminadas a garantizar la seguridad de su población civil, esto es, de sus súbditos. ¿O es que los terroristas de Hamás son israelíes? ¿O es que los terroristas de Al-Fatah son israelíes? ¿Y los de Hizbulah?

Ejemplos de "terrorismo de estado": la Rusia Comunista (llamada, para despistar, URSS) -afortunadamente, ya difunta- (ya que envió muchos súbditos a los gulags); la Cuba de Fidel Castro (media Cuba se refugió en Miami, para protegerse del brutal régimen comunista); la España de Franco (los rojos que ejecutaba eran de nacionalidad española); la Segunda República española (el actual diputado del PSOE, partido hoy gobernante, Santiago Carrillo se cargó, sólo en Paracuellos del Jarama -Madrid-, a más de 5.000 personas, todas de pasaporte español, aunque ninguno pensaba como él -por eso se los cargó-); el Irán de Ajmierdinellad, que en estos días está haciendo -en abierto- limpieza de opositores; la Venezuela del golpista Chávez; la China actual (comunista -¡cómo no!-); Corea del Norte (aunque ningún periodista progre nos informe de lo que allí pasa); el islámico régimen de Sudán, que está aniquilando a los cristianos y animistas, del sur; etc. 

sábado, 2 de enero de 2010

Uno de los lugares más inhóspitos de la Península Ibérica

Voy a proponer la que es, para mí, una de las rutas más bonitas que se pueden realizar dentro de la Península Ibérica: la ruta por las Estacas de Trueba y por Lunada.

De entrada, es muy aconsejable realizarla sólo en estación benigna (primavera o verano), y siempre con buen tiempo, ya que, si en los llanos está nublado, en Estacas y Lunada estará, seguro, con niebla densa.

La salida puede ser desde Santander, desde Sarón (22 kms. arriba de dicha ciudad, hacia el sur) o incluso desde Selaya (15 kms. arriba, hacia el sur, desde la city de Cayón), dependiendo del lugar del que nos incorporemos. Si nos incorporamos desde Asturias o País Vasco, es recomendable salir desde Sarón, para disfrutar también de la maravilla que son Las Hoces de Vega, cuya entrada norte es conocida como El puente del Diablo. Si nos incorporamos desde Palencia, podemos salir también desde Sarón, a la que llegaríamos desde Torrelavega; si bien también podemos dejar la A-67 en Los Corrales de Buelna, llegar junto a Puente Viesgo (tras superar el Alto de Hijas), recorrer dos kilómetros hacia el sur, hasta El Soto, y desde esta localidad, por el Alto de San Martín, llegar hasta Selaya.

Santander está al nivel del mar, y ribereña con éste. Sarón, a unos 100 metros sobre el nivel del mar. Y Selaya, a unos 230. Pues bien, partiendo desde Selaya hacia el sur, subimos hasta el Puerto de la Braguía, en una ascensión de sólo 9 kilómetros en que se alcanzan los 700 metros de altitud. Desde dicho puerto bajamos hasta Vega de Pas, girando a la izquierda (dirección sureste) en el cruce sito en la localidad.

Desde Vega de Pas la ascensión a las Estacas de Trueba comienza siendo suave, para convertirse en su tramo final en pindias cuestas que van acariciando las elevadas faldas del conglomerado montañoso, hasta coronar a una altitud superior a los 1.000 metros, entrando, precisamente en lo alto del puerto, en la comunidad autónoma de Castilla y León, en concreto en la provincia de Burgos, que no se deja hasta llegar al Puerto de Lunada.

Desde Estacas hasta el cruce donde se puede ir (al sur) hacia Espinosa de los Monteros, o (hacia el norte) hacia Lunada, la carretera no sufre cambios bruscos de altitud, aunque el terreno no es ni mucho menos llano, ni la vía recta. A nuestra izquierda se levanta el macizo montañoso llamado Castro Valnera, cuyo punto más alto presenta unos 1.700 metros de altitud, y donde se encuentra un observatorio militar que, casi increíblemente, puede ser visto perfectamente desde Sarón (a varias decenas de kilómetros) si no hay nubes que lo impidan.

En el cruce antedicho, girando a la izquierda, iniciamos la suave ascensión al llamado "Portillo" de Lunada, con más hermosos paisajes en todo nuestro alrededor, y llegando al cual se inicia el brusco descenso, no apto para quienes sufrimos de vértigo, hacia San Roque de Riomiera, primero, y Liérganes, finalmente, junto a Solares, en la autovía Santander-Bilbao.

Una ruta alternativa es, antes de llegar a San Roque, girar-subir a la izquierda hacia Selaya, por el Alto del Caracol, a unos 800 metros de altitud, y desde el cual se puede subir, hacia la izquierda-sur, por terreno pedregoso apto para vehículos hasta El Tejo, a unos 1.000 metros de altitud, donde se encuentran un vértice geodésico y unas excelentes vistas.

En coche he realizado varias veces esta ruta. En bici, saliendo y llegando a Selaya (68 kilómetros), sólo una vez: el viernes 12 de agosto de 2005, cuando pesaba diez kilos menos que ahora. Una super-etapa ciclista, con cuatro puertos de montaña (Braguía, Estacas, Lunada y Caracol), en la que, más que hambre, pase sed, pero que recuerdo con cariño, porque hizo un día radiante de sol, y disfruté mucho del paisaje.